Cur moritur Pater

Mi Padre querido … !

Papá … dónde fuiste … ?

Yo nunca te olvido

ni entiendo el « porqué «

 

Sólo me recuerdo

en gris neblinoso …

tu estampa fornida .

un hombre canoso …

con cansados ojos

gris-verdes tal vez …

con pobladas cejas,

con voz que rugía

como cataratas

enérgica y clara

mi Padre de ayer … !

 

Respirabas fuerte

cuando yo era un niño,

a veces, recuerdas … ?

No supe porqué … ?

Te miraba horas

parado en la esquina …

mirando la vida

que al pasar … se fue … !    

Solamente un día

que olvidar no puedo

sentí que volvías

a casa de nuevo …

 

Volvía tu cuerpo,

porque yo sentía,

sentí que te ibas …

Partías por siempre.

Volver no podrías …

en tus ojos verdes,

y yo te quería …

mI amIgo papa …

Pero ya, fue tarde,

tu cuerpo sin vida

– yo nunca lo olvido ­-

yacía en la cama

donde yo jugara

desde pequeñito …!

 

Pronto me di cuenta

que el viento de invierno

llevó al infinito

tu etérea silueta,

hacia el vientre oscuro

de noche sin luz.

 

Ya no volverías

a vernos de nuevo

tus ojos, tu ceño,

tus canas, tu sien …

 pues tú te habías ido

lejos … muy lejano

donde todo es vano

sin saber que fue…!

 

Me dejaste sólo,

me quedé muy triste,

pues era imposible

gritarte : … PAPAAAA … !

Ya no me escuchabas.

Sólo repetías

antes de morirte,

siempre sin cesar :

« Sálvame … Hijo mío!

« No dejes que muera!

« Sálvame … Hijo mío…!

« Sálvame … ! Oh…no,

no puedo escucharte…!

 

Cállense los ecos…

cállense los cielos …

que calle el infierno …

Silencio … Clamor … !

Retumba en mi oído:

« Sálvame … Hijo mío … !

y pasan volando

dos mil carroceles,

manchados de sangre …

de negro pintados …

que llevan un muerto,

y encima una rosa

que ardía y lloraba

cubierta con llamas …

 

Mientras gritan coros desde la distancia :

« Sálvame … Hijo mío.

« Sálvame … Hijo mío .

« Sálvame … Sálvame.

 

y yo te quería …

Querido … Papá …. !

y yo no quería

que tú te me fueras …

porque quedé niño

sin padre, ni amor … !

 

Aunque ya tuviera

más de veinte años,

quedé siendo niño

 sufriendo la espera

de un abrazo fuerte,

y que me dijera

con mirada viva:

«Cuídate, hijo mío.

yo ..’ velo por vos »

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